Los inicios de la pintura venezolana se
registran hacia finales del período colonial. La nota característica de esta
producción pictórica va a ser la conformación de un género plástico adecuado a
rasgos eminentemente nacionales resaltando que, según "... la Filosofía de
Hipólito Taine, encontramos en la forma más clara y amena, la más notable
explicación de cómo la tradición artística de los pueblos es influida por las
condiciones geográficas, políticas, climáticas, costumbres y modo de pensar,
religión y tradición histórica. En una palabra, según el ambiente que la rodea."
Esta tradición partirá desde finales del
siglo XVIII con la conformación de la Escuela Caraqueña hasta las creaciones de
pinturas populares o anónimas con un sello marcadamente religioso en la
concepción de su temática. Este tipo de pintura realizada durante la época de
la colonia se establece como una de las más interesantes herencias dentro de la
plástica venezolana y consecuencia de una alta sensibilidad de los pintores por
la producción de estas obras.
Hay que destacar que el movimiento pictórico en
el país y en la región zuliana se inicia con la importación de obras artísticas
provenientes principalmente de México, Quito, Perú y España -atribuyéndose la
realización de las obras de este país, a los alumnos de Zurbarán y Murillo-.
Sin embargo las realizadas en Venezuela no adquirieron un valor
estético-plástico relevante debido al hecho de que como colonia española no
alcanzó la relevancia que tuvieron los virreinatos de México, Perú y Quito, en
materia de producción de objetos artísticos y litúrgicos.
La Pintura en la primera
mitad del siglo XIX:
Como la guerra emancipadora marcó una ruptura
con el estilo de vida colonial, del mismo modo en la inspiración del arte hay
un cambio. Ya los temas de los artistas no son de asunto predominante
religioso, ni de influencia española; se busca, en cambio, exaltar los héroes y
episodios de la Independencia. Por eso cobra más importancia el género del
retrato y la pintura histórica.
La figura más representativa de este período
de transición entre la Colonia y la Independencia es el pintor Juan Lovera.
Juan
Lovera (1778 – 1851): Sus
comienzos son los de un pintor artesanal colonial. Inició estudios de pintura
guiado por los frailes del convento de los Dominicos San Jacinto, y más tarde
tuvo como maestro el pintor colonial Antonio José Landaeta.
En 1814, huyendo del sanguinario Boves, se
une a los patriotas que emigraron a Oriente y vive por un tiempo en Cumaná.
Luego estuvo en Puerto Rico, y tal vez, en Cuba, para regresar a Venezuela
después del triunfo de Carabobo.
Las obras que le dieron fama fueron:
“El 19 de Abril de 2010”
“El 5 de julio de 1811”, las que, si
bien fue testigo presencial, pintó varios años después de los acontecimientos:
en 1835 y 1838, respectivamente.
Juan Lovera realizó también varios retratos
de patriotas y de personajes importantes de su época; de modo que se puede
decir que, de no ser por sus pinturas y retratos, no conoceríamos el rostro de
los próceres que nos dieron la Independencia.
Segunda
mitad del siglo XIX:
Después de Juan Lovera las figuras señeras de
la siguiente generación de pintores venezolanos son: Martín Tovar y Tovar,
Antonio Herrera Toro, Arturo Michelena y Cristóbal Rojas.
Martín
Tovar y Tovar (1828 – 1902):
Nacido en Caracas. Fue el más destacado
intérprete y quien llevó su apogeo la pintura de historia de Venezuela. Muy
joven marchó a España donde fue alumno de José Madrazo, pintor de asuntos
históricos y retratos de estilo neoclásico; y de Federico Madrazo (hijo del
anterior), gran retratista de estilo romántico. Posteriormente se traslada a
París y estudia en la Academia de León Cogniet.
A su regreso a Venezuela inicia su carrera
como retratista, en ese momento se iniciaba el gobierno progresista del General Guzmán Blanco, quien aprovecha el talento de Tovar y le encarga una
galería de retratos de los principales próceres de la Independencia. Son 25
retratos de medio cuerpo que realiza el pintor en París. Tanto en estos
retratos como en los anteriores Tovar idealiza el personaje simplificando
detalles y estudiando la pose más expresiva de la figura.
Al poco tiempo el Presidente Guzmán Blanco le
encarga una nueva obra a la que denomina “La
Firma del Acta de la Independencia”
Es una obra de grades dimensiones (6 x
4, 56 m.) Tovar lo pinta también en París y los representa en la exposición
organizada como parte de los festejos del Centenario
del Nacimiento del Libertador (1883).
Cabe resaltar que es una pintura concebida para dar importancia especial a la
esbelta figura de Francisco de Miranda.
La composición es grandiosa y, a la vez, solemne, aunque menos fiel a la verdad
histórica y a la fisonomía de los personajes si la comparamos con al que había
pintado Juan Lovera con anterioridad sobre el mismo tema.
El éxito de este lienzo le valió a Tovar otro
gran importante encargo por parte de Guzmán Blanco: los cuadros de las batallas
que sellaron la independencia de los países bolivarianos: “Carabobo, Boyacá, Junín y Ayacucho”, para decorar el recién
construido Palacio Legislativo de Caracas.
El cuadro más relevante es el de la Batalla de Carabobo cuya basta escena
ocupa el plafón abovedado del Salón
Elíptico.
En esta extensa pintura Tovar resuelve
complicados problemas de escorzo y perspectiva, imprime a la composición y a
las figuras el movimiento vertiginoso propio de la batalla; y, al mismo tiempo,
destaca las formas con precisión y nitidez de contornos. Acerca de esa obra se
expresó el famoso muralista mexicano David Alfaro Siqueiros: “Tovar y Tovar en
su mural de la bóveda del salón elíptico muestra, sin duda alguna, al más
grande muralista latinoamericano del siglo XIX y uno de los más brillantes del
mundo.
Antonio
Herrera Toro (1857-1914):
Pintor valenciano, fue discípulo y ayudante de Tovar y Tovar. Guzmán Blanco le asignó una beca para estudiar en Europa. Permaneció 3 años en París y 2 en Italia donde estudió decoración mural. Al llegar a Caracas le encargaban una pintura para el presbiterio de la Catedral: “La Asunción de la Virgen”. Éste es su primer trabajo de decoración importante. Es una obra religiosa de figuras en escorzo (vistas de abajo hacia arriba) algo convencionales al estilo de las pinturas barrocas. Luego, pinta en la misma Catedral, “La Fe, La Esperanza y La Caridad”. En esos trabajos le sirvió como ayudante el joven pintor Cristóbal Rojas.
Pintor valenciano, fue discípulo y ayudante de Tovar y Tovar. Guzmán Blanco le asignó una beca para estudiar en Europa. Permaneció 3 años en París y 2 en Italia donde estudió decoración mural. Al llegar a Caracas le encargaban una pintura para el presbiterio de la Catedral: “La Asunción de la Virgen”. Éste es su primer trabajo de decoración importante. Es una obra religiosa de figuras en escorzo (vistas de abajo hacia arriba) algo convencionales al estilo de las pinturas barrocas. Luego, pinta en la misma Catedral, “La Fe, La Esperanza y La Caridad”. En esos trabajos le sirvió como ayudante el joven pintor Cristóbal Rojas.
En el Baptisterio de la Iglesia de Altagracia
de Caracas pinta “El bautismo del
Salvador” y “La Inmaculada Concepción”.
Herrera fue el continuador de la pintura
histórica de Tovar; pero fueron obras espaciadas a lo largo de su carrera. Hizo
los estudios de la sabana de Carabobo que Tovar utilizaría en su famoso lienzo;
viajó a Perú a documentarse sobre el paisaje de la batalla de Junín y ejecutó
ese lienzo y el de la Batalla de Ayacucho según bocetos originales dejados por
Tovar. Para el salón del Centenario del natalicio del Libertador donde Tovar
expuso él “La Firma del Acta de la Independencia”, Herrera concurrió con el
cuadro:
“La muerte de Bolívar” y obtuvo un segundo premio.
“La muerte de Bolívar” y obtuvo un segundo premio.
Pero el género en el cual obtiene mejores
resultados es en el retrato. Pintó
muchísimos y excelentes retratos (más de 70), de gran calidad artística y donde
supo captar e interpretar el carácter de cada uno de los modelos. Además de sus
tres autorretratos, se destacan los del Gral. Cipriano Castro, Eduardo Blanco,
y Arístides Rojas.
Herrera Toro fue también escritor, grabador
en litografía, tipógrafo y director de un periódico llamado “El Granuja”.
En sus últimos años sucedió al pintor Emilio
Maury como director de la Academia de Bellas Artes, lamentablemente en un
momento crítico cuando el alumnado protestaba tanto por la indiferencia del
gobierno por las artes como por la enseñanza tradicional que se impartía en la
Academia. Varios alumnos se retiraron y fueron los fundadores del Círculo de
Bellas Artes y, si bien algunos reconocieron la labor artística de Herrera
Toro, otros la desacreditaron o silenciaron injustamente en sus escritos.
Cristóbal
Rojas (1857 – 1890):
Nació en la población de Cúa, Estado Mirada. Se trasladó a Caracas a raíz del terremoto que dejó en ruinas su pueblo natal. Herrera Toro lo recibe como ayudante en la decoración de la Catedral de Caracas y le confía las pinturas de las columnas y de los arcos de la cúpula central.
Nació en la población de Cúa, Estado Mirada. Se trasladó a Caracas a raíz del terremoto que dejó en ruinas su pueblo natal. Herrera Toro lo recibe como ayudante en la decoración de la Catedral de Caracas y le confía las pinturas de las columnas y de los arcos de la cúpula central.
Su cuadro “La muerte de Girardot”,
Presentado en el Centenario del natalicio del Libertador y merecedor del premio único, le valió una beca para estudiar en París.
Llegado a París, se inscribe en la Academia
Julián dirigida por Jean Paul Laurens. Dos años más tarde, llegará a esa misma
academia otro pintor venezolano: Arturo Michelena, con quien compartirá sus
dificultades y triunfos. Envía sus primeras obras al Salón Anual de Artistas
Franceses y obtiene una mención de Honor con su cuadro:
“La Miseria”.
“La primera y última Comunión” y “El Bautizo” no recibe ningún premio, pero resuelve cada vez mejor los efectos plásticos y lumínicos que se plantea.
“La Miseria”.
“La primera y última Comunión” y “El Bautizo” no recibe ningún premio, pero resuelve cada vez mejor los efectos plásticos y lumínicos que se plantea.
Pero el cambio más notable en su estilo se
percibe en su obra: “Dante y Beatriz”,
y en algunos cuadros de pequeñas dimensiones como la “Naturaleza muerta con faisán”. Allí aparecen, ya superadas las
limitaciones impuestas por el tema, y se libera del academicismo. Algunos autores
ven en ellas preanuncios del impresionismo. Al mismo tiempo trabajaba un cuadro
de gran formato que le había encargado el párroco de la iglesia de La Pastora
en Caracas: “El Purgatorio”. Al
terminarlo, con mucha dificultad, aquejado por la tuberculosis que lo debilita
cada vez más, lo manda al salón, y finalmente obtiene el tan ansiado premio: la
medalla de Oro. Cuando regresa a Caracas enfermo, y fallece a la temprana edad
de 35 años, trochando la muerte las posibles nuevas y variadas direcciones que
parecían vislumbrarse en su obra.
Arturo
Michelena (1863 - 1898):
Tiene mucho en común con Cristóbal Rojas: ambos presentan obras para el Centenario del Natalicio del Libertador, se inscriben en la misma Academia Julián de París, viven en una misma casa, los liga una estrecha amistad y mueren en plena juventud. Sin embargo, sus temperamentos son completamente opuestos: El de Rojas es atormentado y patético; el de Michelena es jovial y sereno. Nació en Valencia de padres relacionados con el mundo de las artes, puesto que su padre era Juan Antonio Michelena era pintor, y su madre Socorro, hija del Pintor Pedro Castillo, era autora de trabajos de bordado famosos en toda Valencia. Esto explica, en parte, la temprana incursión de Michelena en la labor artística. Tenía solo 12 años de edad cuando realiza con extraordinaria pericia 10 ilustraciones para el libro “Costumbres venezolanas” del escritor Francisco de Sales Pérez.
Tiene mucho en común con Cristóbal Rojas: ambos presentan obras para el Centenario del Natalicio del Libertador, se inscriben en la misma Academia Julián de París, viven en una misma casa, los liga una estrecha amistad y mueren en plena juventud. Sin embargo, sus temperamentos son completamente opuestos: El de Rojas es atormentado y patético; el de Michelena es jovial y sereno. Nació en Valencia de padres relacionados con el mundo de las artes, puesto que su padre era Juan Antonio Michelena era pintor, y su madre Socorro, hija del Pintor Pedro Castillo, era autora de trabajos de bordado famosos en toda Valencia. Esto explica, en parte, la temprana incursión de Michelena en la labor artística. Tenía solo 12 años de edad cuando realiza con extraordinaria pericia 10 ilustraciones para el libro “Costumbres venezolanas” del escritor Francisco de Sales Pérez.
Cuando cumple 22 años viaja a París y entra
en la Academia de Jean Paul Laurens. Allí se encuentra con Cristóbal Rojas y
alquilan un segundo piso de una casa.
Con más suerte que Rojas, ya desde el primer
cuadro que envía al Salón anual de Artistas Francesas titulado:
“El niño Enfermo”,
obtiene un premio:
la medalla de segunda clase; la más alta distinción que se confería en el Salón
de Artistas franceses a un extranjero.
Dos años más tarde recibe el premio máximo,
la medalla de oro de primera clase en otra exposición de más categoría, en la
Gran Exposición Universal de 1889, con su obra “Carlota Corday”.
Después de este triunfo Michelena regresa a
Caracas donde lo reciben con grandes demostraciones de admiración. El gobierno
le encarga una obra en honor al Gral. Páez y é pinta uno de sus lienzos más
famosos: “Vuelvan Caras” que
representa el momento culminante de la Batalla de las Queseras Del Medio cuando
el llanero Páez lanza el imperioso grito a sus jinetes que, según un previo
acuerdo, fingían huir. Michelena, después de contraer matrimonio con doña
Lastenia Tello, vuelve a París. Allí envía en años sucesivos las dos últimas
obras exhibidas en las exposiciones francesas: “Pentesilea” y “La vara rota”. Pentesilea es un cuadro mitológico
que representa una lucha contra las amazonas.
El “La
vara Rota”, se autorretrata entre el público que presencia la trágica corrida
plena de emoción y dramatismo. Después de estos últimos grandes éxitos en
Francia, Michelena enferma de tuberculosis y regresa a Venezuela. A pesar de su
agotadora enfermedad, se enyrega a un trabajo creador infatigable.
Entre sus últimas obras, después de “Miranda en la Carraca”,
sobresalen dos de sus obras religiosas: “La multiplicación de los planes”, para la Santa Capilla, y “La Última Cena”, para la Catedral de Caracas. En esta última logra terminar la figura de Cristo que bendice el pan, San Juan y San Pedro a su lado, y algunos apóstoles. De los demás sólo puede delinear el dibujo previo. Lo sorprende la muerte, quedando la obra inconclusa, murió el 29 de julio de 1898 a la temprana edad de 35 años.
sobresalen dos de sus obras religiosas: “La multiplicación de los planes”, para la Santa Capilla, y “La Última Cena”, para la Catedral de Caracas. En esta última logra terminar la figura de Cristo que bendice el pan, San Juan y San Pedro a su lado, y algunos apóstoles. De los demás sólo puede delinear el dibujo previo. Lo sorprende la muerte, quedando la obra inconclusa, murió el 29 de julio de 1898 a la temprana edad de 35 años.
La escultura
en la Venezuela del siglo XIX
El desarrollo de la escultura en la Venezuela
del siglo XIX fue menor que el de la pintura. Como escultores de transición
entre la Colonia y la Independencia, se puede nombrar a Juan Bautista González,
tallista en madera y autor de varias imágenes religiosas; y a su hijo Manuel
González, a quien se deben las estatuas de Santa Teresa y Santa Ana (en
cemento) que coronan la Iglesia de Santa Teresa, y las cariátides que
representan La Ley y La Justicia al frente del Capitolio.
En verdad, las únicas obras dignas de mención
y ya en la segunda mitad del siglo, corresponden a dos extranjeros. “El monumento a Bolívar”, de Tenerani
que estuvo en la Catedral de Caracas y luego fue traslado al Panteón Nacional,
y la
“Estatua ecuestre del Libertador”, por Todolini, que está en la Plaza Bolívar de Caracas.
En 1877, al crearse la Academia de Bellas Artes, imparte la enseñanza de la escultura Rafael de la Cova, formado en Italia y Francia, autor del
hoy en Maripérez, y del grupo, en bronce, de “Ricaurte y Girardot” que está en el Trébol de la Bandera, Avda. Nueva Granada, Caracas.
“Estatua ecuestre del Libertador”, por Todolini, que está en la Plaza Bolívar de Caracas.
En 1877, al crearse la Academia de Bellas Artes, imparte la enseñanza de la escultura Rafael de la Cova, formado en Italia y Francia, autor del
“Monumento a Colón”,
hoy en Maripérez, y del grupo, en bronce, de “Ricaurte y Girardot” que está en el Trébol de la Bandera, Avda. Nueva Granada, Caracas.
Eloy
Palacios (1847 – 1919): Natural de Maturín (Edo. Monagas) estudia en
Alemania, monta un taller en Munich, de fundición en bronce, y reside allí
varios años. Cuando regresa a Venezuela el gobierno le comisiona la ejecución
de un Monumento conmemorativo a la Batalla de Carabobo. El monumento está
formado por una triple palmera real con fuste de granito. Encima, entre las
ramas de bronce, se yergue la estatua que simboliza la Libertad con el laurel
de la victoria en la diestra y la simbólica antorcha en la izquierda. En el
pedestal tres matronas sedentes representan a Venezuela, Nueva Granada y
Ecuador. A este monumento se le conoce popularmente como “La India del Paraíso”
y actualmente está emplazado en la entreda de La Vega.
Además de los simbolismos citados, las
referencias más directas a la batalla que conmemora el monumento, son las rocas
rústicas de la base traídas del Campo de Carabobo, las cuales enmarcan relieves
con escenas de la lucha.
De Eloy Palacios se conocen otras esculturas tales
como:
El grupo escultórico de “José Félix Ribas”, en La Victoria, Edo. Aragua; “La estatua sedente (en mármol) del Dr. José
María Vargas”, en el Hospital Vargas; y el “Monumento ecuestre de Bolívar” en Cartagena, Colombia. Realizó
también algunos trabajos en la Habana, Cuba, donde murió.
Andrés
Pérez Mujica (1879 – 1920):
Escultor y pintor carabobeño. Nació en
Valencia. Estudia pintura y escultura en la Academia de Bellas Artes de Caracas. Gana un concurso para erigir
un Monumento a José Antonio Páez. (El
boceto de esta estatua que representa a Páez durante la acción de las Queseras
del Medio fue ampliado y fundido en bronce por Eloy Palacios y colocado en la
Plaza de la República, Caracas). Con la fama adquirida y el apoyo de
personas influyentes obtiene una beca para estudiar en París. Siguiendo la
trayectoria de nuestros pintores que estudiaron en Francia presenta varias
esculturas en años sucesivos al Salón Anual de Artistas Franceses.
En 1906, con su obra “El Indio Combatiente”, obtiene una Mención de Honor, siendo así el
primer venezolano que logra en Francia un premio en Escultura.
Esta estatua, bautizada posteriormente con el
nombre de Guaicaipuro, fue instalada en la plaza del mismo nombre de Los
Teques.
Otras esculturas de Pérez Mujica, erigidas en
lugares públicos son:
La estatua de “Camilo Torres”, hoy en la
Avda. Nueva Granada, Trébol de la Bandera, Caracas; la estatura del “Dr.
Cristóbal Mendoza” en la Plaza de la Ciudad de Trujillo (Edo. Trujillo) y una
copia de la Avda. Los Próceres de Caracas; “Lucrecia”, en una hornacina de la
Galería de Arte Nacional, Caracas; “La Bacante”, en la Urbanización El Trigal,
Valencia; y el “Alma” (en mármol) en el Panteón de la familia
Franklin-Cementerio General del Sur-Caracas.
Lorenzo
González (1877 – 1948):
Cuando Andrés Pérez Mujica triunfó en París con su obra “Indio combatiente”, en el Salón Anual de 1906 otro joven venezolano compañero de Andrés en la Academia de Caracas y pensionado por el gobierno concurrió con una escultura titulada “Profond Chagrin” (Profunda tristeza), la cual logró la señalada distinción de ser admitida y expuesta en el Salón del Grand Palais de Campos Eliseos y premiada con una mención Honorífica. Este escultor, Lorenzo González, realizó para el gobierno venezolano el
“Monumento a Francisco de Miranda”
que fue instalado en el Campo de Valmy, Francia. En Venezuela fue en dos ocasiones director de la Academia de Bellas Artes y profesor de la cátedra de escultura por muchos años.
Cuando Andrés Pérez Mujica triunfó en París con su obra “Indio combatiente”, en el Salón Anual de 1906 otro joven venezolano compañero de Andrés en la Academia de Caracas y pensionado por el gobierno concurrió con una escultura titulada “Profond Chagrin” (Profunda tristeza), la cual logró la señalada distinción de ser admitida y expuesta en el Salón del Grand Palais de Campos Eliseos y premiada con una mención Honorífica. Este escultor, Lorenzo González, realizó para el gobierno venezolano el
“Monumento a Francisco de Miranda”
que fue instalado en el Campo de Valmy, Francia. En Venezuela fue en dos ocasiones director de la Academia de Bellas Artes y profesor de la cátedra de escultura por muchos años.
Sus obras más significativas son: “La estatua
de Páez” en Maracay, la de “Ricaurte” en San Mateo, y el grupo de “La
Tempestad”, de estilo anecdótico y sentimental en la Galería de Arte Nacional
de Caracas.
La Arquitectura
en Venezuela (siglo XIX)
En el gobierno autocrático de Guzmán Blanco (1870 – 1888) se
realizaron varias obras arquitectónicas monumentales, de acuerdo al ideal del
dictador, entusiasta admirador de París, quien pretendía hacer de Caracas otra
“Ciudad Luz”. Son construcciones imitativas o inspiradas en los estilos
franceses neoclásico, neogótico, ecléctico. Las principales son: El Capitolio, el Teatro Municipal, la Basílica de Santa Teresa, la Santa Capilla y el Arco de
la Federación.
El
Capitolio Nacional:
El Capitolio está considerando como la obra arquitectónica más grandiosa erigida por Guzmán Blanco. Para su construcción expropió, arbitrariamente, el convento de las monjas Concepciones. Su planificación y construcción correspondió al ingeniero Luciano Urdaneta (hijo del prócer de la Independencia el General Rafael Urdaneta), formado y graduado en París.
El Capitolio está considerando como la obra arquitectónica más grandiosa erigida por Guzmán Blanco. Para su construcción expropió, arbitrariamente, el convento de las monjas Concepciones. Su planificación y construcción correspondió al ingeniero Luciano Urdaneta (hijo del prócer de la Independencia el General Rafael Urdaneta), formado y graduado en París.
El Capitolio consta de dos grandes cuerpos de
edificios. Primero se construyó el cuerpo Sur, que recibe el nombre del Palacio
Legislativo. El Cuerpo Norte tiene una fachada con columnas corintias y las dos
cariátides de la Ley y la Justicia. La cúpula de forma ovoidal sostiene una
sobrecúpula metálica y, en el interior, se halla el lienzo de Tovar y Tovar,
“La Batalla de Carabobo”. La fuente monumental que se encuentra en el patio
central es una copia de la Fuente de la Plaza de la Concordia en París.
Originalmente se llamó Teatro de Caracas y
Teatro Guzmán Blanco. Para construirlo, el dictador, mandó derribar el templo
de San Pablo.
Su planificador fue Esteban Ricard, y los
trabajos finales se deben a Jesús Muñoz Tébar.
El Vestíbulo es semicircular y de columnas
corintias. En la parte superior, lo decoran amplias arquerías que encierran
ventanas de arcos semicirculares alternadas con ventanas circulares. En el
friso del salón las ventanas son de forma oval. La capacidad es para 1.300 espectadores.
La
Basílica de Santa Teresa:
En parte para estar bien con la Iglesia católica
y en honor a su esposa que se llamaba Ana Teresa Ibarra, Guzmán Blanco decretó
la construcción de este templo. Dirigió la obra, de estilo neoclásico, el
arquitecto Juan Hurtado Manrique. Es una Iglesia doble. En el centro está el
Altar Mayor. Las naves hacia el este corresponden a la Iglesia de Santa Teresa
y las del oeste a la Iglesia de Santa Ana, tiene 70 metros de largo, por 27 de
anchura. En el centro se levanta una cúpula de 31 metros de diámetro. Las naves
principales están cubiertas con bóvedas de arista y en las naves laterales se
levantan 18 cúpulas elípticas.
La Santa
Capilla:
fue inaugurada en ocasión del Centenario del
Natalicio del Libertador, en 1883. Fue construida por el ingeniero arquitecto
Juan Hurtado Manrique en un tiempo record de tres meses. Está inspirada en la
Santa Capilla de París.
El Arco de
la Federación:
Situado a frente a la colina del Calvario en
Caracas, se construyó bajo el gobierno del Gral. Joaquín Crespo, en 1895. El
ingeniero arquitecto, reconocido como el más importante del siglo XIX, Juan
Hurtado Manrique (constructor de la Santa Capilla y de la Iglesia de Sta.
Teresa) fue el autor de los planos. La decoración y las esculturas que lo
ornamentan son obra de Emilio Garibaldi.
Influencias
europeas en el arte venezolano del siglo XIX
La prolongada guerra de la Independencia de
Venezuela que finalizó en 1830 marcó un paréntesis en las actividades de las
artes plásticas; sólo pudieron continuar su desarrollo después de la primera
mitad del siglo XIX. Mientras tanto, en Europa, se habían formado grandes
movimientos artísticos, después del barroco. Estos primeros movimientos
renovadores son: el Neoclasicismo, el Romanticismo y el Realismo, y nuestros
principales artistas de esa época, ya estudiados, recibirán su influencia, si
bien con retardo de varios años.
Influencia
de la cultura de las Bellas Artes en Venezuela durante el siglo XIX:
-La
cultura venezolana es una mezcla de diferentes culturas.
-El periodo histórico comprendido entre 1830
y 1935 dejó un gran número de muestras que han quedado viviendo en las
diferentes ciudades o regiones del país.
-Aunque el analfabetismo era un elemento
presente en el periodo estudiado y que demostraba un altísimo porcentaje. La
educación venezolana toma auge a partir del decreto del presidente Antonio
Guzmán Blanco, el 27 de junio de 1870.
-Venezuela dio vida a numerosos artistas de
la plástica que han dejado un legado cultural, que en algunas oportunidades
transcendió fronteras.
-La obra de muchos arquitectos de la época
permanece silente pero aún vigente.
Bibliografía
CALZADILLA,
JUAN. 1981:
“Obras antológicas de la Galería de Arte Nacional”. Editorial La Gran Enciclopedia
Vasca. Caracas – Venezuela.
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PERAN. Y CALZADILLA, JUAN. 1975: “El paisaje como tema en la pintura
venezolana”. Compañía Shell de Venezuela. Caracas – Venezuela.
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MENDOZA, CARMEN. 1965: "El neoclasicismo académico en las
grandes colecciones privadas de Venezuela". Banco Nacional de Descuento.
Caracas - Venezuela.
GALERÍA DE
ARTE NACIONAL. 1993: “Donación Miguel Otero Silva. Arte
venezolano en las colecciones de la Galería de Arte Nacional y el Museo de
Anzoátegui”. Consejo Nacional de la Cultura (CONAC). y Fundación Galería de
Arte Nacional.
MILLAN,
CÁNDIDO.1978: “Educación Artística 2”. Ediciones Eneva. Caracas -
Venezuela.
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PAZ
CASTILLO, FERNANDO Y ROJAS GUARDIA, PABLO (Coordinadores).. 1973:
“Diccionario de las arte plásticas en Venezuela. Gráficas Armitano, C. A.
Caracas – Venezuela..
SELECCIONES
DEL READER’S DIGEST. 1966: “Los grandes pintores y sus obras
maestras”. Reader’s Digest. Ciudad de México – México.
CALZADILLA,
JUAN. 1997: “Diccionario multimedia de historia de Venezuela”.
Fundación Polar. Caracas – Venezuela.